CUANDO DESPIERTE EN TU CAMA


No sé cuantas veces desde hacia siete años me masturbaba pensando en él. Eso no era tan malo, lo peor era el llanto de después.

Tenía que encontrale como fuera.

De todo lo que habíamos pasado, solo le recordaba en la cama, frotándose contra mi con la ropa puesta, mordiéndome el cuello y chupándonos con ganas. Pero no dejé de ser virgen con él, todo terminó antes.

Tenía que encontrarle como fuera.

No fue muy difícil, porque le conocía bien. Solo tuve que pasar un par de veces por alguno de sus lugares favoritos.
Cuando entré por la puerta olí su perfume. Sabia que estaba allí y me asaltó la duda de si estaría solo, algo que no había pensado hasta ahora. No lo estaba.
Era rubia, más alta y más delgada. Pero se quedó mirandome como si acabase de ver un fantasma. Me senté en la barra y pedí un vodka con naranja, lo que bebía a los dieciséis, quería ponerme en situación y recordarme a mi misma, como sucedió todo la primera noche, pero me pregunte qué hacía allí. Estaba haciendo el imbécil como nunca. La rubia no se separaba, pero él me miraba fijamente sin pestañear, sin hacer amago de acercarse ni saludar. Cuando me di cuenta de que tenia mi copa delante, pagué y le di dos tragos antes de levantarme de la silla para coger la puerta, pero cuando estaba a punto de abrirla, sentí que me agarraba del brazo.

- ¿Ya te vas?
-Si, había quedado, pero contigo aquí no voy a estar cómoda, y creo que tú tampoco.
-Dile que vas más tarde y hablamos, que hace mucho que no nos vemos.

No quise hacer mención a la rubia, además cuando volví la cabeza, ya no estaba, no se la veía por ninguna parte. Así que me quedé.

Volvimos a la barra y aún estaba mi copa, el pidió otra de lo mismo. Estaba tan guapo como siempre pero iba un poco mejor vestido de lo que acostumbraba, más ajustado y con camisa. Yo llevaba puestos mis tejanos más ajustados y la blusa que transparentaba y dejaba ver el top de debajo.

-Te has cortado el pelo.
-Si.
-Estas muy guapa.
-Y tú, ¿Como estas?

Me habló de todo, de su nuevo trabajo, de su hermana que se casó. Me miraba como antes, quizá incluso más atento que nunca y mientras hablaba me tocaba las manos.
Me sentía muy extraña, sentía unas terribles ganas de llorar, y de besarle. Pero no veía nada en él que no fuese un simple interés por ver que tal me iban las cosas, con la sencillez de siempre.
Interrumpió mis pensamientos con una pregunta directa, no muy propia de él:

-¿Has venido a verme?
-Si. -No pude ni tan siquiera intentar decir lo contrario.- Nos debemos algo tu y yo.
-Después de tanto tiempo me sigo quedando tonto al mirarte.
-Es gracioso las cosas que se recuerdan de una persona, ¿verdad? Recuerdo con mucha nitidez las conversaciones que teníamos al volver del cine.
-Si, recuerdo como lamias el tatuaje de mi espalda y como me hacías cosquillas.

Yo también recordaba llorar de camino a mi casa el día que todo acabó y recordaba todo lo de después, buscar algo todos los días y no encontarlo. Me estaba empezando a sentir muy triste.
Pero de pronto se acercó y note de nuevo su aliento en mi cuello, y ese olor familiar, al que era muy difícil resistir.

-Te propongo algo. -le dije- Imaginemos que nunca nos vimos antes, que somos dos extraños, finjamos que acabamos de conocernos. Y que solo mañana, cuando despierte en tu cama recordemos quienes somos. Yo mañana volveré a odiarte, pero eso, si te place, mañana.
-No digas que me odias. No puedo soportar eso. Vamonos de aquí.

Salimos de aquel sitio dejando una buena distancia entre los dos, nos mirábamos, cuando me cogió la mano y me giró para ponerme cara a cara y me besó. Sabía como recordaba.
Me agarró por los muslos, me levanto y me apoyó contra un coche que estaba aparcado. Rodeé su cuello con mis brazos y me dejé llevar. A trompicones llegamos a una casa que no conocía y cruzamos el pasillo quitándonos la ropa. Hacia un calor asfixiante. Al quitarme los tejanos descubrió el tatuaje que no conocía, me llevó horcajadas a la cama y empezó a lamerlo. Estaba casi mareada de placer. Nos bebimos el uno al otro. Nos vimos, como no nos habíamos visto antes.

-Tenía que encontrate como fuera.

No puede esperar a que fuese de día y me marché de madrugada, sin que su saliva se hubiese secado en mi cuerpo. Caminé hacia mi casa atravesando el parque mientras salía el sol. Ya no nos debemos nada. Ya no le quiero, pero necesitaba esto para dejar de odiarle. Espero no volver a verle, eso espero.